MARIHUANA
Y COMPUESTOS DE CANNABIS
La
planta Cannabis sativa contiene más de 400 compuestos, además de la sustancia
psicoactiva delta-9-tetrahidrocannabinol ( T H C ) . Los cigarrillos de
marihuana se preparan con las hojas y las yemas de las flores de la planta; un
cigarrillo típico de marihuana contiene entre 0.5 y 1 g de materia vegetal.
Aunque la concentración habitual de THC oscila entre 10 y 40 mg, se han
detectado concentraciones superiores a 100 mg por cigarrillo. El hachís se
prepara con resina concentrada de Cannabis sativa y contiene concentraciones de
THC de entre 8 y 12% en peso. El "aceite de hachís", un extracto
liposoluble de la planta, puede contener concentraciones de THC de 25 a 6 0 % y
se puede añadir a la marihuana o al hachís para aumentar la concentración de
THC. La forma de autoadministración más común de la marihuana y el hachís
consiste en fumarlos. Durante la pirólisis se liberan en el humo más de 150
compuestos, además del THC. Aunque la mayor parte de estas sustancias no tienen
propiedades psicoactivas, sí pueden ejercer efectos fisiológicos. El THC se
absorbe con rapidez desde los pulmones a la sangre y desde ésta pasa de
inmediato a los tejidos. Se metaboliza fundamentalmente en el hígado, donde se
convierte en 11 -hidroxi-THC, un compuesto psicoactivo, y en más de 20
metabolitos adicionales. Muchos metabolitos del THC se excretan por las heces,
con un ritmo de depuración relativamente lento en comparación con la mayor
parte de las sustancias psicoactivas. Se han identificado receptores
específicos de los cannabinoides ( C B , y C B ) en el sistema nervioso
central, incluida la médula espinal, y en el sistema nervioso periférico. Hay
una alta densidad de estos receptores en la corteza cerebral,
los ganglios de la base y el hipocampo. Los linfocitos T y B también poseen los
receptores mencionados y ellos al parecer median las propiedades
antiinflamatorias e inmunorreguladoras de tales compuestos. Se ha identificado
un ligando natural similar al THC en el sistema nervioso, donde está
ampliamente distribuido.
Prevalencia
del consumo de marihuana .
La
marihuana es la droga ilegal más consumida en Estados Unidos. La prevalencia de
su consumo es particularmente elevada entre los adolescentes; los estudios
sugieren que alrededor de 37% de los estudiantes de educación secundaria en ese
país la han consumido. La marihuana es relativamente barata, y muchas personas
la consideran menos peligrosa que otras drogas y sustancias. En muchas
comunidades, se encuentran formas muy potentes de marihuana ("sin
semilla"), y el uso concomitante de marihuana con crack-cocaína y
fenciclidina está aumentando.
Intoxicación
aguda y crónica por marihuana.
La
intoxicación aguda por marihuana y compuestos de cannabis depende de las dosis
de THC y de la vía de administración. El THC se absorbe de forma más rápida
cuando se fuma la marihuana que cuando los compuestos de cannabis se ingieren
por vía oral. La forma más común de intoxicación aguda consiste en una
percepción subjetiva de relajación y euforia suave que se asemeja a la
intoxicación ligera a moderada por alcohol. Esto suele ir acompañado de cierta
perturbación del pensamiento, de la capacidad de concentración y de las
funciones perceptivas y psicomotoras. Las dosis más elevadas de cannabis pueden
producir efectos sobre el comportamiento análogos a los de la intoxicación
alcohólica grave. Aunque los efectos de la intoxicación aguda por marihuana son
relativamente benignos en los usuarios normales, la droga puede desencadenar
trastornos emocionales graves en personas que tienen antecedentes psicóticos o
proble mas neuróticos. Como ocurre con otros compuestos psicoactivos, la
actitud (expectativa del usuario) y el lugar (contexto ambiental) son
determinantes importantes del tipo y gravedad de la alteración del
comportamiento (intoxicación conductual). Tal como ocurre con el abuso de
cocaína, opioides y alcohol, quienes abusan
por largo tiempo de la marihuana pierden interés en los objetivos socialmente
deseables y dedican siempre más tiempo a obtener y consumir la droga. Sin embargo, el THC no causa un
"síndrome amotivácional" específico y único. Los muchos síntomas que
se atribuyen a la marihuana son difíciles de distinguir de las depresiones
leves y de las disfunciones de la maduración, a menudo asociadas con una
adolescencia prolongada. El uso crónico de la marihuana también aumenta el
riesgo de síntomas psicóticos en personas con antecedentes de esquizofrenia.
Quienes comienzan a consumir marihuana inhalada antes de los 17 años más
adelante pueden presentar graves trastornos cognitivos y neuropsicológicos y
estar en mayor peligro de presentar problemas de consumo de varias drogas y de
alcohol en la vida posterior.
Efectos
físicos.
La
hiperemia de conjuntivas y la taquicardia constituyen los signos físicos
inmediatos más frecuentes de fumar marihuana. La tolerancia de la taquicardia
inducida por dicha droga surge rápidamente entre los usuarios comunes. Sin
embargo, la inhalación del humo de marihuana puede desencadenar angina en
sujetos con el antecedente de insuficiencia coronaria. La angina inducida por
el ejercicio puede agravarse después del uso de marihuana en mayor grado que
después de fumar cigarrillos. Hay que recomendar decididamente a todo
cardiópata que no fume marihuana ni use compuestos cannábicos. En los fumadores
de marihuana que la consumen a diario se ha descubierto una disminución
significativa de la capacidad vital pulmonar. Debido a que esta forma de
consumo generalmente supone la inhalación profunda y la retención prolongada
del humo de la marihuana, los fumadores de esta sustancia pueden presentar
irritación bronquial crónica. El deterioro de la capacidad de difusión del
monóxido de carbono en respiración única (carbón monoxide diffusing capacity of
the lung, D L ^ Q ) es mayor en las personas que fuman marihuana y tabaco que
en las que fuman sólo tabaco. Aunque la marihuana también se ha asociado con
efectos adversos sobre una serie de aparatos y sistemas, muchos de estos
estudios deben repetirse y confirmarse. Por ejemplo, la correlación descrita
entre el consumo de marihuana y la disminución de la concentración de
testosterona en los varones no está confirmada. También se han descrito
disminución del número y de la movilidad de los espermatozoides y anomalías de
su morfología después de consumirla. En estudios prospectivos se demostró
una correlación significativa entre el retraso del crecimiento y desarrollo
fetales y el consumo intenso de marihuana durante el embarazo.
Tolerancia
y dependencia.
Los
consumidores habituales de marihuana adquieren con rapidez tolerancia a los
efectos psicoactivos de esta sustancia, y a menudo la fuman con más
frecuencia y tratan de conseguir compuestos de cannabis más potentes. La
tolerancia a los efectos fisiológicos de la marihuana se adquiere a un ritmo
distinto; por ejemplo, la tolerancia a la taquicardia surge muy rápidamente,
pero la tolerancia a la hiperemia conjuntival es mucho más lenta. La tolerancia
a los efectos fisiológicos y sobre el comportamiento disminuye con rapidez
cuando se interrumpe el consumo de la droga. En los consumidores crónicos de
marihuana se han descrito signos y síntomas de abstinencia cuya gravedad
depende de la dosis y de la antigüedad del hábito. Estos síntomas consisten en
temblor, nistagmo, sudación, náusea, vómito, diarrea, irritabilidad, anorexia y
alteraciones del sueño. Los signos y síntomas de abstinencia en los
usuarios crónicos de marihuana suelen ser relativamente leves en comparación
con los observados en los adictos a los opiáceos o al alcohol, y rara vez
requieren intervención médica o farmacológica. Después del consumo continuado
de compuestos de cannabis durante largos periodos pueden aparecer síndromes de
supresión más graves y prolongados.
Uso
terapéutico de la marihuana.
Se
ha propuesto que la marihuana, en forma de cigarrillo o como cannabinoide oral
sintético (dronabinol), posee algunas propiedades que pueden ser útiles en
determinadas situaciones clínicas. Entre ellas se encuentran los efectos
antieméticos para los pacientes en quimioterapia, los efectos favorecedores del
apetito en los enfermos de SIDA, la reducción de la presión ocular en el
glaucoma, y la reducción de la espasticidad en los enfermos de esclerosis
múltiple, así como en otras enfermedades neurológicas. Con la posible excepción
de la caquexia relacionada con el
SIDA,
ninguno de estos atributos de la marihuana es claramente superior a otras
terapias disponibles.
Fuente: Harrison; Medicina Interna, Vol 2 . Pag: 2734-2735
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